Ian Gibson, Un carmen en Granada. Memorias de un
hispanista dublinés. Barcelona: Tusquets, 2023
Leyendo estas
memorias tan sinceras vemos que nada se consigue sin esfuerzo, pero que
siempre ayuda un padre que te costee los estudios y te proporcione buenos
colegios y universidades. Son muy sinceras porque no le importa hablar de los defectos
de su familia, su dificultad para congeniar con su madre, o los problemas de su
hermano gay. Tampoco tiene pelillos en la lengua para contar cosas de sus
amores de juventud. Todo esto lo hace cercano, capaz de empatizar con los
otros. Y lo más interesante desde mi punto de vista es la narración de su
proceso hasta llegar a ser estudioso del mundo hispánico, un hispanista
mundialmente reconocido.
Pero no
pensemos que todo puede conseguirlo un padre burgués para su hijo, porque es
indispensable el esfuerzo personal y la pasión por el objeto de estudio. Gibson
hace una exégesis de cuáles fueron los pasos que le llevaron a poder hacer lo
que quería y las personas que contribuyeron para que esto pudiera ocurrir. El
proceso para llegar a ser un gran hispanista pasa por varios colegios y
universidades donde algunos profesores fueron la clave para conducir su
inteligencia.
A veces no
llegamos directamente a nuestro camino en la vida sino por algo o alguien que
nos ayuda a encontrarlo. Gibson amó las aves desde muy joven, en gran parte por
la influencia de su padre, visitaba de vez en cuando Kilcoole una localidad irlandesa cercana a la costa en la que se podía observar a los ánsares que luego emigraban hacia
España, a Doñana y siempre pensó que tenía que viajar hasta allí. Desde joven
se le dio bien el estudio de las lenguas, especialmente la francesa y
también la historia. Además, aprende piano lo que le facilita el acercamiento a
su primer amor, Julia, una mujer de la que siempre ha estado enamorado.
Estudiaban en Newtown, un internado cuáquero muy progresista en los años 50, de
allí recuerda también a su profesor de francés e inglés. Entonces pensó
estudiar francés, por lo que pasa el verano en Tours con una familia francesa.
Pero en la
universidad para la licenciatura francesa le exigen estudiar español o italiano
y se decanta por el español, porque hay ciertas cosas de España que le
interesan, que le atraen, como Doñana, o las relaciones históricas entre
Irlanda y España en la época de los celtas, y claro está Don Quijote. Así que
después de estudiar gramática y conversación castellana pasa el verano de 1957
en Madrid para hacer un curso de verano en la Complutense y empieza a comprarse
libros de autores españoles. De esta manera comienza su historia de hispanista.
Con un buen nivel de español le aceptan en el departamento español del Trinity
College. Por esta época rompe con su novia Julia, él creía en principio que
rompieron por un comentario despectivo que hizo de su madre, pero muchos años
después ella le confesó que no fue por eso. Aunque siguieron viéndose un tiempo
después de la ruptura, incluso viajando juntos.
Y en 1959
conoce a su futura esposa con la que congenia intelectualmente y le ayuda a
superar el trauma de haber dejado a Julia. Hace un curso de verano en la
universidad de Salamanca. Una vez terminado los estudios universitarios su
profesor Riley le sugiere ser hispanista profesional y opta por un puesto de
asistente en el departamento de español en Queen´s University de Belfast.
Todo va sobre
ruedas, así que se casa con Carole, y elige el tema de la tesis doctoral, que
será la primera etapa de la vida y obra de Lorca. Hacen su viaje de novios
hasta Granada y al año siguiente decide pedir un año sabático e instalarse en
Granada para investigar y conocer el ambiente de Granada y encontrar a sus
posibles informantes. Eso ocurre entre 1965-1966, tenemos que tener en cuenta
que Franco y el franquismo entonces formaban parte de la vida española, por lo
que Gibson encontrará problemas para hacer ciertas averiguaciones cuando se
interesa por la muerte de Lorca. Al ver lo intrincado del asunto y la
importancia del final de la vida del poeta piensa aparcar la tesis y dedicarse
a lo ocurrido en Granada al empezar la guerra.
Con su primer
libro alcanza un método de trabajo que parece será el que utilice para los
otros. Se instala con su familia en un “carmen” que les gustaba mucho en la
calle de Santa Ana. Su trabajo básicamente consiste en hablar con la gente que
conoció a Lorca para saber cómo era la Granada de entonces y leer la prensa de
la época de la guerra. Pero tiene que volver a Irlanda: “Mi obsesión, mi
pasión, mi vida, era ya seguir con mis pesquisas acerca del asesinato de
Lorca”. (273) Aunque vuelve a Irlanda para dar clases y trabajar en su proyecto
en los ratos libre. Una vez que tiene el borrador de su libro sobre la muerte
de Lorca ¿Cómo publicarlo? Estamos en 1968, el no conoce el mundo editorial
inglés. Manda el borrador por su cuenta a un destacado editor inglés y se lo
devuelve al poco tiempo con una nota diciéndole que no cabía en su lista, y así
pasa con cinco o seis más. Hasta que alguien le habla de la necesidad de un
“agente literario”. Le proporcionan uno que se interesa por el libro, pero un
año después todavía no ha conseguido nada. Entra en contacto con la editorial
Ruedo Ibérico que se interesan por su libro y le hacen algunas apreciaciones de
cambios y alguna bibliografía. Viaja a París y empieza la carrera por conseguir
una buena publicación con consultas, comentarios, revisiones y modificaciones.
En octubre de
1971 Ruedo Ibérico publicó La represión nacionalista de Granada en 1936 y la
muerte de Federico García Lorca. Así que cuando recoge una caja en Hendaya
con ejemplares viaja hasta Madrid y Granada para ir reglándolos a sus amigos y
a alguno de los que le habían ayudado. En 1972 recibe en Niza un premio
internacional de la Prensa.
Su posterior
publicación se sale del mundo hispánico para adentrarse en un problema
típicamente inglés porque se trata de la costumbre de pegar a los alumnos con
una vara. Para realizar este trabajo en 1975 pide una excedencia y lo publica a
través de su 2º editor, se titula The English vice. Cansado del ritmo
universitario decide dedicarse por entero a escribir y por eso vende la casa y
se va a vivir a Francia para después pasar a España cuando muriera Franco.
Cada libro es
un mundo alrededor de un tema, un lugar, una persona. Los siguientes trabajos
los realiza en Madrid: En busca de José Antonio es una biografía en la
que trata de conocer el fascismo español, se la aceptan en Planeta antes de
escribirla y le pagan nueve meses de sueldo, además si salía al gusto del
editor le darían un premio que multiplicaría las ventas, lo que ocurrió porque
ganó el premio Espejo en 1980. A partir de entonces no tiene problemas para
publicar, pero la biografía completa de Lorca no la publica Planeta sino Grijalbo
en dos volúmenes: el primero salió en 1985 y el segundo en 1987, todo redactado
en español. Después se engancha en la vida de Dalí, pero esta vez la escribe en
inglés para Faber and Faber. Quería escribir sobre Buñuel, pero nadie se lo
patrocinaba, así que se decidió por Antonio Machado Ligero de equipaje.
La vida de Antonio Machado fue publicada por Aguilar en 2006, tuvo éxito,
aunque él encuentra que le falta enjuiciamiento sobre la parte filosófica. Para la
biografía de Buñuel consigue otro contrato de Aguilar, emprendiendo la primera
parte de su vida, pero no la parte mexicana. Luego escribió una serie de obras
sobre temas variados, entre ellas Paracuellos, cómo fue (1983) sobre los primeros meses de la guerra civil en Madrid.
Tiene un
agradecimiento especial hacia su padre y también a su mujer que dejó parte de
sus estudios por él, pues siempre han estado en función de sus trabajos, además de haberle aguantado su honda añoranza de
Julia y otros ligues en los que intentaba encontrarla. Tenemos que
reconocer que siempre picó alto, eligiendo unos personajes para sus biografías
sumamente atractivos y significativos, por los que ha sentido un especialísimo interés. El mundo hispánico le ha ayudado a
desembarazarse del metodismo puritano protestante de su infancia y juventud, como
el odio al alcohol o los tabúes alrededor del sexo y la crianza, que ahogaban
sus deseos de libertad. Aunque también detesta algunos usos católicos como la
confesión con un cura…